Condenada a la categoría de pueblo fantasma tras la muerte y fin de la época textil de Atlixco y la región, la pequeña comunidad de El León es hoy, por la cuarentena del coronavirus, un sitio sigiloso.

“Así es el pueblo de El León. Tranquilo, con gente muy calmada. Siempre y cuando no molesten, todos estamos en paz. Pero hoy con eso del coronavirus es más... cómo diré... más silencioso”, admitió Carmen, una mujer nacida en ese lugar hace años y quien esperaba tranquila el camión para trasladase al centro de Atlixco.

El llamado del gobierno federal, retransmitido por la administración estatal y repetido por el Ayuntamiento de quedarse en casa, por la pandemia, causó ya efecto aquí. No hay ruido. Nadie camina en las medio pavimentadas calles. “Es como echarle hielo al agua fría”, apenas contestó un hombre en una de las calles vacías, esto mientras intenta arreglar su vehículo.

La bruma para los oídos en El León es ocasionada, de manera cotidiana, por varios factores: el ir y venir de autos particulares y públicos en el lado sur para ir al Centro de Atención Integral (CIS) a realizar trámites. O para ir, cerca, a las tres escuelas importantes. Hoy el CIS y el resto de edificios están varados. O laboran con guardias. Y nadie quiere acercarse.

Dos: el ruido de los cientos de niños de la primaria local, junto al parque principal, es la pura vida para esa colonia. Como sabemos, también están de vacaciones forzadas. Los juegos para pequeños desde hace un rato siguen congelados. Sin usarse por el coronavirus. Y por si faltara algo, destacó una lugareña, los vendedores de chicharrines, carnitas y tepache se fueron con todo y sus bocinas y sus cumbias.

Ubicado a 10 minutos de la cabecera, hacia el área de Metepec, otro escenario sindical y fabril, ahí donde viven aproximadamente 4 mil personas quedan rastros urbanos y arquitectónicos franceses y aztecas. “Una combinación muy particular. Igual silenciosa... igual histórica. Hoy con un cubrebocas en las calles por el famoso coronavirus”, sentenció el chofer de los clásicos camiones públicos azul con amarillo.

Fuente: Miguel Ángel Domínguez/El Sol de Puebla