Dos de Octubre no se olvida.

Porque por mi raza hablará el espíritu… por una raza que ha sido tan suprimida desde la colonia hasta hoy, porque confío en que algún día recobraremos esa lucha contra la mala jornada que nos toca vivir, que nos hace tener miedo y que nos condena a no saber qué va a pasar el día de mañana.

Por mi raza hablará el espíritu de valorar el aquí y el ahora, dejando a un lado los estereotipos que nos alejan tanto de la unión que significa la humanidad.

Porque supervivencia no significa conformismo, significa lucha por tener una vida plena y alejada de todo tipo de miedo a expresarse, en fin, de vivir.

El 2 de Octubre no se olvida por las personas que se preocuparon por el futuro que hoy estamos desperdiciando. No se olvida porque los ideales siguen ahí, es preciso saber que la solidaridad es vital para salir adelante y dejar atrás el egoísmo que aquellos que vieron las luces sobre la plaza de las Tres culturas jamás sintieron.

El 2 de Octubre no se olvida porque no fue solo un día, fue una necesidad extensa de cambio, externada y callada por la muerte que tantos sufrieron para que hoy nos preocupemos por superficialidades que no aportan absolutamente nada al estado casi fallido que no queremos ver.

No se olvida porque los inocentes que murieron ahí los podemos ver hoy. Y mucho menos se olvida porque debemos agradecerles infinitamente hacer un movimiento que al parecer, no seríamos capaces de lograr hoy por nuestras generaciones futuras.

Dos de octubre no se olvida, está en cada joven que estudia, en cada joven que dice lo que piensa, en cada agente de cambio que no cierra su mente y en cada joven que trabaja duro por su familia y su pueblo.

La matanza de Tlatelolco no se olvida porque la lista de muertos y desaparecidos aún no se completa, porque me duele que los partidos políticos me separaran de las grandiosas mentes hermanas que por no tener una ideología en común hacen nula la unión, porque me siguen los rostros de los guerreros de Tlateloco y doy la cara por ellos, porque siguen presentes los políticos que a cambio de retribuciones asesinan a quienes confiaron en él, no se olvida porque se me hace un nudo en la garganta de no poder hacer nada o casi nada, ni tener el valor de saber que si salía a protestar, quizá no regresaría a mi casa pero sí iba a valer la pena porque en el futuro lo iban a agradecer.

No se olvida porque algún día volveremos a estar listos para decir: Basta.