Por: Angloamericano.

Si hace un año me hubieran dicho que hoy estaría aquí, enderezando mi respaldo, abrochándome el cinturón y preparándome para el despegue de mi vuelo con destino a Frankfurt, Alemania a cerrar una de las negociaciones más importantes de mi vida, seguramente me hubiera reído mucho. No porque no me crea capaz de hacer cosas exitosas, sino porque para hacer una negociación en Alemania, es indispensable hablar alemán y yo no sabía ni decir “GutenMorgen”.

Pero entonces ¿cómo es que estoy aquí hoy, con toda la confianza en mí mismo y seguro de poder entablar una conversación con el Director de una empresa tan importante en un país considerado como potencia mundial?

Todo comenzó cuando mi jefe descubrió un nicho de mercado en Alemania y encontró la oportunidad de exportar nuestros productos. La realización del proyecto tomaría algo de tiempo y había muchas cuestiones que resolver, como el hecho de que nadie en la empresa dominaba el alemán y la persona con quien se había establecido el contacto, no hablaba más que su idioma natal.

Fue así que mi jefe tomó la decisión de contratar a una escuela de idiomas para capacitar a un grupo de personas de la empresa, entre ellos: yo. La capacitación tenía todas las comodidades; yo terminaba de trabajar a las 6:00 p.m. y sin tener que desplazarme a ningún lugar, comenzaba mis clases en las instalaciones de la empresa. Al principio no me entusiasmaba mucho la idea de tener que quedarme dos horas más en la empresa, hasta que empecé a descubrir los encantos de aprender otro idioma. Me entusiasmaba ver por los pasillos de la empresa a los profesores del Angloamericano con sus playeras azules, dirigiéndose hacia diferentes oficinas y salas de juntas para dar su clase.

 A los pocos meses, el avance que habíamos logrado era muy notable. Era común encontrarte con algún compañero en el pasillo y decirle “wiegeht es dir?” (¿cómo estás?) o “einenschönenTag” (que tengas buen día) y darnos cuenta de que podíamos empezar a comunicarnos en alemán.

 Después de aproximadamente un año de capacitación y con todo listo para la exportación, llegó el momento de decidir quién estaría encargado de hacer la mayor prueba de la eficacia de nuestro curso: Cerrar el trato con una empresa alemana en dicho país. Creo que no es necesario decir quién fue el elegido.

Las azafatas nos dan las últimas indicaciones, respiro profundo y aquí voy… en el viaje más importante que he tenido hasta hoy.